ThoM - The DarK WriTer
  Mi CuenTo
 


             
                        TRAGEDIA A LOS NUEVE AÑOS

               

Eran las cinco de la mañana., en la ciudad de Huascahura, departamento de Ayacucho; el cielo se vestía de gris, y la espesa niebla, cubría las montañas. Sam; un niño de nueve años, piel morena, pelo lacio y ojos negros; pasteaba las ovejas alegremente, pues al pequeño le gustaban los animales.

De pronto a lo lejos, ve a una mujer correr en dirección a él. Sam pensaba que era una de los tantos terroristas, que rondaban la ciudad; y asustado trataba de esconderse; más al darse cuenta de que se trataba de su vecina, se tranquilizó.

Al llegar la señora, este se dio cuenta  que ella estaba nerviosa y con lágrimas en los ojos.

La señora se acercó, abrazó fuertemente al niño y le dijo:

-Papito, lo siento mucho, pero tienes que ser valiente; pues… -(Sam no sabía que

es lo que trataba de decirle la señora),-Se escuchaba hasta la calle, la discusión

  que tenía tú papá y tu mamá en casa; me acerqué para ver que sucedía, toqué la

  puerta, pero nadie abría; después de unos minutos, vi a tu padre salir por la

  ventana, con las manos ensangrentadas; al darme cuenta de ello, desesperada

  pedí ayuda a los vecinos, quienes haciendo caso a mis gritos, tumbaron la

  puerta.

    Una vez adentro, vi  a tu mamita, echada en el suelo…

Sam no lo podía creer, pensaba que se trataba de una broma de mal gusto, así que fue a su casa lo mas rápido que pudo; al llegar, encontró su hogar llena de gente y policías; efectivamente, su madre había fallecido.

Al niño le aturdían ideas de lo sucedido y entre lágrimas en los ojos; corrió y corrió…

Corrió tanto, que no se dio cuenta del lugar a donde iba.

Pasaron las horas, el cielo se vestía de negro; la luna no lograba escapar de las nubes que impedían su paso.

Sam, quien había llegado a un maizal, temblaba de miedo; pues recordaba aquella historia, que escuchó en el pueblo; un hombre a quien llamaban “Cazinishe”; según contaban, salía por la noche y raptaba a todo niño que estaba fuera de casa.

El pequeño lamentaba en silencio, que su mamá no estuviese al lado suyo; pues de ser así, ella lo cuidaría de todo peligro. No podía aguantarse el dolor, lágrimas corrían por sus ojos; fue en ese momento que escucho pisadas, el miedo lo invadió aún más, de pies a cabeza. Las pisadas se sentían, más y más cerca.

Para sorpresa del niño, el autor de su miedo; era solo una perrita blanquecina y friolenta, que se había perdido. Al verlo sintió cierta alegría, pues pensaba que era su mamá, quien  había mandado al cachorro; para que él no se sienta solo.

En honor a lo ocurrido, decidió bautizarla con el nombre de Angie; ya que la veía como un ángel, por el color y la forma en que llego al lado suyo.

Fue así, que Sam, con sus nueve años, y el cachorro; durmieron acurrucados el uno al otro; para combatir el frío, en plena soledad de la noche.

A la mañana siguiente, despertóse el pequeño, abrazado al cachorro; sin saber que hacer, llegando a un pueblo cercano al suyo. No tenia a nadie, solo tíos de parte de papá, (a los que no quería acudir); su mamá era hija única, y sus abuelos habían sido asesinados por soldados, que los habían tomado como terroristas, lo cual no era cierto.

Sentóse en la puerta de una escuela, cansado de caminar, y con hambre; miraba a los niños, jugar cada uno con su madre. Recordando así, a la suya, lloraba amargamente su desgracia.

Una profesora de ingles, hermosa; de piel blanca, pelo rubio y ojos pardos; extranjera de por si. Pasaba por ahí; viendo a la criatura en ese estado, compadecida se acercó, y  preguntóle, que era lo que le sucedía; a lo que el niño guardo silencio, pues no sabia que decir.

La maestra, secándole las lágrimas, le dijo:

                   -Nene, no llores; yo te puedo ayudar, si me cuentas lo que pasó. Me llamo

                    Camila, pero me dicen Miss Cami, ¡anda!; no te pongas así bebé. Ven

                    conmigo, te invito a comer, y me cuentas lo sucedido ¿que te parece?.

El niño, tentado por el hambre y al notar la sinceridad de la maestra, accedió la invitación. Una vez llegado al restaurante, el nene como lo llamaba Miss Cami, le relato la tragedia que marco su vida.

Camila, compadecida aún más, por la forma en que el pequeño le contaba. Se puso la mano al pecho, y sin pensarlo, decidió ayudarlo, preguntóle al peque; si desearía irse a vivir con ella.

Sam, inocente de lo que podría ocurrir, acepto la propuesta; y decidió irse con la miss.

Desde aquel día, el estilo de vida, cambió para el nene, al cien porciento. La profesora lo trataba como a un hijo, vistiéndolo de pies a cabeza; le compró unos cuadernos, para que estudie, en la escuela donde ella enseñaba. Tanto era el estima que sentía por el pequeñito, que hasta le compró una casita de madera a la perrita.

Sam estaba muy feliz; pues seguía pensando, que todo era obra de su madre en el cielo.

*****************

Transcurrieron así los años, y el pequeño Sam, ya era todo un jovencito; con sus diecinueve años; trabajaba de electricista, para pagar sus estudios de universidad, y ayudar a la tía Camila (así es como la llamaba de cariño a la maestra); todo marchaba a la normalidad.

Más aún así, a Sam todavía lo invadía la angustia, se preguntaba; el porque, su padre cometió semejante crueldad, para con su madre.

Lo peor era; que el no podía llevar flores a la tumba de mamá, pues no tenia el valor de regresar a su pueblo, y averiguar donde había sido sepultada.

De todo lo sucedido, solo enteróse, de la indiferencia que tuvieron los policías, para con el caso de su mamita; pues por tratarse de gente pobre, le dieron menor importancia.

Bueno, cambiando de tema; según me contaron; Camila se casó y tuvo un hijo; pero aún así, siguió apoyando a su nene; para ella, Sam era como su hijo mayor.

El muchacho; conoció por chat a una mexicana; tan poderoso fue ese amor a lo lejos; que al terminar la universidad, viajo al país de los tacos; y después de un largo noviazgo, se casó con aquella chava.

Me admiré, al ver, como el Internet; puede actuar en la vida, de las personas, ya sea para bien o para mal. Claro que en este caso, fue para bien; púes el jovencito; VIVIÓ FELIZ PARA SIEMPRE.

Es increíble, como la vida; puede cambiar de un día para otro, hoy uno puede ser feliz, sin saber lo que depara el mañana. Por lo tanto, es mejor vivir cada día, como si fuera el último. Echemos a un lado el pesimismo y agradezcamos por lo q tenemos.

   

                                                                                         ***FIN***

 

 
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